A comienzos del siglo pasado dos toreros sevillanos
cambiaron para siempre el arte de torear. José Gómez Ortega “Joselito” y Juan
Belmonte. Estos diestros revolucionaron el arte de torear mientras que competieron en las plazas más importantes de España, formando entre ellos una intensa
revalidad que protagonizó la segunda década del siglo XX. Aun así, al pasar los
años han surgido muchos críticos (supuestos expertos en tauromaquia) que han
querido desmentir lo que para ellos es una supuesta
rivalidad, eliminando de tal forma la importancia de lo que siempre se ha
considerado como la época de oro del
toreo.
Pero es curioso el hecho de que muchos críticos taurinos
(incluyendo aquellos que niegan la relevancia de esta rivalidad) defienden
apasionadamente la tauromaquia de uno de estos toreros mientras que atacan la del otro. José
Bergamín, por ejemplo, dice en su famoso ensayo El arte de birlibirloque (2016):
Las virtudes afirmativas del arte del
birlibirloque de torear, son: ligereza, agilidad, destreza, rapidez, facilidad,
flexibilidad y gracia. Virtudes clásicas: Joselito
Contra esas siete virtudes hay, en efecto, siete
vicios correspondientes: pesadez, torpeza, esfuerzo, lentitud, dificultad,
rigidez y desgarbo. Vicios castizos: Belmonte castizo hasta el esperpentismo
más atroz y fenomenal.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este ensayo fue escrito
en 1930 cuando todavía permaneció en activo Belmonte y aun había toreros que
quisieron continuar con el gran legado del mítico toreo del ya fallecido Joselito. Pero la apasionada discusión sigue viva casi un siglo después de este
histórico encuentro. En su libro Revision
del toreo (2002) Domingo Delgado de la Cámara analiza meticulosamente la
historia del toreo y todos los diestros que han contribuido a la evolución de este
arte. En esta obra se puede apreciar una clara preferencia por el toreo de
Joselito pese a que el escritor obviamente no le vio nunca torear en directo,
sino que ha tenido que ver sus actuaciones en las fotografías y videos que
hemos visto los demás. El mero hecho de que este debate levanta la misma pasión
casi cien años después de surgir es una clara muestra de su importancia.
Uno de los motivos por los que algunos críticos restan
importancia esta rivalidad es por la gran amistad que existía entre ambos
toreros, tal como demuestra Nogales en la famosa biografía de Juan Belmonte: “Joselito
y yo estábamos íntimamente unidos. Toreábamos juntos cuarenta o cincuenta
corridas al año, y finalmente nos encontrábamos hombro a hombro en el tren, en
los hoteles, y con el capote desplegado en el ruedo cuando llegaba el momento de
peligro.” (2009: p.278). Estas palabras dejan clarísima la gran
amistad entre estos dos toreros, que compartieron entre ellos algunos de los
momentos más importantes de sus vidas.
Pero esta relación amistosa no hizo más que intensificar la
rivalidad; mientras que los partidarios de cada uno jalearon a su torero
preferido, Joselito y Belmonte compartieron íntimamente las sensaciones de la
corrida. Además, cuando no estaban en la plaza y los aficionados pasaron el tiempo
libre en las tabernas defendiendo apasionadamente su torero, Juan y José
entrenaron juntos en el campo. Tan cercana fue la relación profesional de estos
diestros que, aun teniendo conceptos tan contrastados del toreo, los dos
compartieron ideas técnicos y estéticos. Belmonte, por ejemplo, aprovechó del
conocimiento técnico de Joselito para mejorar su toreo, mientras que Joselito,
al final de su carrera, intentó incorporar la nueva estética de Belmonte en su
propia tauromaquia (Cámara, 2002). Mientras que estas tauromaquias se iban perfeccionando, la exigencia que existía para cada uno de los toreros por parte del otro era cada vez mayor.
Este intercambio de técnica y estética taurina
engrandeció todavía más las tauromaquias de estos toreros legendarios,
permitiéndoles desarrollar sus formas de torear en máxima plenitud. En
adicción, fundaron juntos los bases para el desarrollo de la tauromaquia moderna,
no solo en cuanto a la técnica y la estética, sino también de una forma mucho
más amplia. El concepto de bravura que hoy en día tenemos se debe
principalmente a Joselito. Este torero pasó mucho tiempo en el campo junto a
los ganaderos. Joselito estaba tan empeñado en mejorar el arte de torear que ayudó a los ganaderos a seleccionar el mejor toro para la tauromaquia del
futuro, cualidades que actualmente forman parte de nuestra manera de concebir
la bravura (Domecq, 2009).
Tan popular fueron estos toreros que ayudaron también a
desarrollar la tauromaquia de forma comercial. Durante la época de oro todos
querían ver torear a Joselito y Belmonte, uno de las visiones de José era
posibilitar el acceso a la plaza de todas las personas, sin tener en cuenta sus
circunstancias sociales y económicas. Así nació el sueño de Joselito de
construir plazas monumentales, que actualmente existen en las ciudades de
Madrid, Barcelona, Pamplona y anteriormente en Sevilla. La idea de estos
recintos grandiosos era ofrecer entradas de precios muy variados para, de tal
forma, facilitar el acceso a las corridas de toda la ciudadanía, sin cualquier
tipo de discriminación. Tan importante fue la labor de Joselito en la
construcción de estos cosos que actualmente existe una placa conmemorativa en
la plaza de toros de Las Ventas de Madrid reconociendo su labor (Bonet, 2012).
Después de analizar algunos de los matices de este histórico
encuentro entre dos toreros que cambiaron para siempre el mundo del toro, ha
quedado claro su relevancia, tanto como individuos y como una pareja. La
corrida que vemos ahora en el siglo XXI debe muchísimo a la época de oro y las innovaciones
introducidas por José y Juan. Nuestro concepto moderno de la bravura, la estética
del toreo, la técnica empleada por los diestros modernos, la industria que rodea
las corridas de toros… todo debe algo a esta pareja de toreros. La realidad es
que despreciar la rivalidad de José y Juan y la importancia de la época de oro es lo mismo que despreciar toda la historia del toreo.
Fuentes:
Bergamin, J. (2016). El arte de birlibirloque. Sevilla: Editorial
Renacimiento.
Bonet, R,c. (2012). El reconocimiento a dos colosos: Una
placa para Joselito y Belmonte en Las Ventas. Obtenido en; http://www.taurologia.com/
Domingo Delgado de la Cámara. (2002). Revisión del toreo:
Fuentes, caminos y estilos en el arte de torear. Madrid: Alianza Editorial Sa.
Nogales, J. (2009). Juan Belmonte, matador de toros: su
vida y sus hazañas. Barcelona: Libros del asteroide S.L.U
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