lunes, 17 de abril de 2017

Joselito y Belmonte; adversarios complementarios


               


A comienzos del siglo pasado dos toreros sevillanos cambiaron para siempre el arte de torear. José Gómez Ortega “Joselito” y Juan Belmonte. Estos diestros revolucionaron el arte de torear mientras que competieron en las plazas más importantes de España, formando entre ellos una intensa revalidad que protagonizó la segunda década del siglo XX. Aun así, al pasar los años han surgido muchos críticos (supuestos expertos en tauromaquia) que han querido desmentir lo que para ellos es una supuesta rivalidad, eliminando de tal forma la importancia de lo que siempre se ha considerado como la época de oro del toreo.

Pero es curioso el hecho de que muchos críticos taurinos (incluyendo aquellos que niegan la relevancia de esta rivalidad) defienden apasionadamente la tauromaquia de uno de estos toreros mientras que atacan la del otro. José Bergamín, por ejemplo, dice en su famoso ensayo El arte de birlibirloque (2016):

Las virtudes afirmativas del arte del birlibirloque de torear, son: ligereza, agilidad, destreza, rapidez, facilidad, flexibilidad y gracia. Virtudes clásicas: Joselito

Contra esas siete virtudes hay, en efecto, siete vicios correspondientes: pesadez, torpeza, esfuerzo, lentitud, dificultad, rigidez y desgarbo. Vicios castizos: Belmonte castizo hasta el esperpentismo más atroz y fenomenal.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que este ensayo fue escrito en 1930 cuando todavía permaneció en activo Belmonte y aun había toreros que quisieron continuar con el gran legado del mítico toreo del ya fallecido Joselito. Pero la apasionada discusión sigue viva casi un siglo después de este histórico encuentro. En su libro Revision del toreo (2002) Domingo Delgado de la Cámara analiza meticulosamente la historia del toreo y todos los diestros que han contribuido a la evolución de este arte. En esta obra se puede apreciar una clara preferencia por el toreo de Joselito pese a que el escritor obviamente no le vio nunca torear en directo, sino que ha tenido que ver sus actuaciones en las fotografías y videos que hemos visto los demás. El mero hecho de que este debate levanta la misma pasión casi cien años después de surgir es una clara muestra de su importancia.

Uno de los motivos por los que algunos críticos restan importancia esta rivalidad es por la gran amistad que existía entre ambos toreros, tal como demuestra Nogales en la famosa biografía de Juan Belmonte: “Joselito y yo estábamos íntimamente unidos. Toreábamos juntos cuarenta o cincuenta corridas al año, y finalmente nos encontrábamos hombro a hombro en el tren, en los hoteles, y con el capote desplegado en el ruedo cuando llegaba el momento de peligro.” (2009: p.278). Estas palabras dejan clarísima la gran amistad entre estos dos toreros, que compartieron entre ellos algunos de los momentos más importantes de sus vidas.

Pero esta relación amistosa no hizo más que intensificar la rivalidad; mientras que los partidarios de cada uno jalearon a su torero preferido, Joselito y Belmonte compartieron íntimamente las sensaciones de la corrida. Además, cuando no estaban en la plaza y los aficionados pasaron el tiempo libre en las tabernas defendiendo apasionadamente su torero, Juan y José entrenaron juntos en el campo. Tan cercana fue la relación profesional de estos diestros que, aun teniendo conceptos tan contrastados del toreo, los dos compartieron ideas técnicos y estéticos. Belmonte, por ejemplo, aprovechó del conocimiento técnico de Joselito para mejorar su toreo, mientras que Joselito, al final de su carrera, intentó incorporar la nueva estética de Belmonte en su propia tauromaquia (Cámara, 2002). Mientras que estas tauromaquias se iban perfeccionando, la exigencia que existía para cada uno de los toreros por parte del otro era cada vez mayor. 

Este intercambio de técnica y estética taurina engrandeció todavía más las tauromaquias de estos toreros legendarios, permitiéndoles desarrollar sus formas de torear en máxima plenitud. En adicción, fundaron juntos los bases para el desarrollo de la tauromaquia moderna, no solo en cuanto a la técnica y la estética, sino también de una forma mucho más amplia. El concepto de bravura que hoy en día tenemos se debe principalmente a Joselito. Este torero pasó mucho tiempo en el campo junto a los ganaderos. Joselito estaba tan empeñado en mejorar el arte de torear que ayudó a los ganaderos a seleccionar el mejor toro para la tauromaquia del futuro, cualidades que actualmente forman parte de nuestra manera de concebir la bravura (Domecq, 2009).

Tan popular fueron estos toreros que ayudaron también a desarrollar la tauromaquia de forma comercial. Durante la época de oro todos querían ver torear a Joselito y Belmonte, uno de las visiones de José era posibilitar el acceso a la plaza de todas las personas, sin tener en cuenta sus circunstancias sociales y económicas. Así nació el sueño de Joselito de construir plazas monumentales, que actualmente existen en las ciudades de Madrid, Barcelona, Pamplona y anteriormente en Sevilla. La idea de estos recintos grandiosos era ofrecer entradas de precios muy variados para, de tal forma, facilitar el acceso a las corridas de toda la ciudadanía, sin cualquier tipo de discriminación. Tan importante fue la labor de Joselito en la construcción de estos cosos que actualmente existe una placa conmemorativa en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid reconociendo su labor (Bonet, 2012).

Después de analizar algunos de los matices de este histórico encuentro entre dos toreros que cambiaron para siempre el mundo del toro, ha quedado claro su relevancia, tanto como individuos y como una pareja. La corrida que vemos ahora en el siglo XXI debe muchísimo a la época de oro y las innovaciones introducidas por José y Juan. Nuestro concepto moderno de la bravura, la estética del toreo, la técnica empleada por los diestros modernos, la industria que rodea las corridas de toros… todo debe algo a esta pareja de toreros. La realidad es que despreciar la rivalidad de José y Juan y la importancia de la época de oro es lo mismo que despreciar toda la historia del toreo.



Fuentes:

Bergamin, J. (2016). El arte de birlibirloque. Sevilla: Editorial Renacimiento.

Bonet, R,c. (2012). El reconocimiento a dos colosos: Una placa para Joselito y Belmonte en Las Ventas.  Obtenido en; http://www.taurologia.com/

Domingo Delgado de la Cámara. (2002). Revisión del toreo: Fuentes, caminos y estilos en el arte de torear. Madrid: Alianza Editorial Sa.

Nogales, J. (2009). Juan Belmonte, matador de toros: su vida y sus hazañas. Barcelona: Libros del asteroide S.L.U



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